Futuros

CUENTAN QUE los políticos que pilotan el Gobierno de Francia andan apuntando ideas en folios para ver cómo se hace de un país jodido un buen país en el plazo de 10 años. El Ejecutivo de Hollande parece mirar al frente, por ir poniendo el futuro de su parte y llegado el día estar en él con el calleçon limpio. Uno envidia este tipo de iniciativas no sólo por lo que puedan favorecer, sino por el entusiasmo elemental que encierra la alegría de andar –por decirlo a lo González Ruano–. Quiero decir: por el afán de dar principio a algo. Por la gimnasia de proponer. La peña en Francia parece que sabe moverse bien al trasluz de los grandes titulares y, más o menos, cumplirlos. Aquí cualquier tuercebotas se aposta en una esquina con una gotera mental para reducir a ceniza la educación pública, la sanidad, el mercado laboral y el tejido científico –por poner ejemplos de moda– y ahí queda, inmaculado, como si fuera el druida portador de una irremediable verdad.

Comprendo que no es tan excitante prevenir a un país de su posible futuro como martillear los tabiques de su presente. Pero esa gestualidad francesa del largo plazo define mejor la naturaleza solvente de un Estado. Aquí lo que tenemos es una carcunda de tíos y tías patrocinados con dinero público que entra y sale de los juzgados con indiscriminada soberbia, sin preguntarse qué truño feudal dejarán a quienes no tenemos problemas con la Justicia ni estamos bajo sospecha. Es decir, a los que quizá sigamos habitando aquí por voluntad y por destino. El caso es que en Francia quieren ver lo que podría mejorar hacia 2025 mientras en esta letrina anegada aún andamos en la presunta financiación ilegal del partido en el poder, con papelitos de 1998. Da la impresión de que los ministros galos saben quién fue Montaigne y Voltaire y Montesquieu. Por nuestra parte, estamos muy contentos con el hallazgo de abrir un casinazo en Alcorcón. Cada cuál tiene su canon. Ellos aventan su cultura y nosotros difundimos pornillo casero desde Los Yébenes para animar el YouTube, qué pasa.

La tiesura demacrada que exhibe Rajoy en este verano suyo desmelenado y trotón dice mucho del pasado que le queda por delante. La nitidez conceptual de la clase política francesa es pensar que el mañana es posible. Lo contrario al cruel aspecto defensivo de buena parte de la clase política española. El Gobierno quiere hacernos creer que Bárcenas es un enemigo involuntario, pero quizá sea nuestro genetista más veraz. O sea, nuestro futuro de anteayer.